El Palacio Longoria, sede de la SGAE |
También puede leerse como colofón a una cadena de despropósitos que incluye reclamar el pago de derechos de autor al ayuntamiento de Zalamea de la Serena por la representación popular del "Alcalde de Zalamea", Calderón de la Barca murió en 1681, o por la música que suena en una boda o en la radio de una peluquería. La perla sin embargo es el canon, que desde 2003 grava soportes como el CD y el DVD por el simple hecho de ser susceptibles de contener material protegido por derechos de autor... o las fotos de mis vacaciones del año pasado.
Sin entrar en lecturas legales o políticas (aunque me ha impresionado el hecho de que la ministra de cultura sea también socia de la SGAE), es evidente, como ya he apuntado otras veces, que medidas que servían para el magnetofón o el VHS difícilmente pueden aplicarse al momento actual, en el que la transmisión está sustituyendo al soporte. He leído que ya existían propuestas para gravar también conexiones ADSL o routers WIFI. Supongo que en breve se empezaría hablar de aplicar el canon a los eLibros. Veremos en qué queda la cosa.
A los ojos de un ciudadano normal, parece que el único interés de la SGAE ha sido el puramente recaudatorio y el resultado es, como decía al inicio, la deslegitimación del derecho de autor, entendido en los últimos años más como un impuesto injusto e injustificable que como un paso necesario para
la creación y el mantenimiento de la cultura. Aunque no se haya conseguido ni de lejos crear un marco que posibilite la revolución digital en lugar de intentar frenarla, en el que los autores puedan beneficiarse de lo que crean sin que el resto seamos más posibles delincuentes que posibles consumidores. El que los responsables en España de la gestión de los derechos de autor estén siendo investigados, y ya no es necesario que sean culpables de los delitos de los que se les acusa, la verdad, no ayuda.
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