Hace unos días comentaba una presentación en la que se hablaba de un posible futuro del formato del libro en papel similar por ejemplo al de las velas. Estas ya no se venden para iluminar, aunque esa fuera su función principal durante siglos, porque han sido superadas hace tiempo por dispositivos mejores: las bombillas (que ahora están a su vez desapareciendo poco a poco). Sin embargo las velas se siguen vendiendo y usando como algo decorativo, para crear ambiente o para hacer un regalo. Estamos todos de acuerdo, la atmósfera, el olor y las sensaciones de una vela no las tiene una bombilla, aunque la bombilla para iluminar sea mejor.
Leyendo el artículo de El País Diseño inteligente (de libros), me vuelven de nuevo a la cabeza las velas. Ya que el autor comenta la importancia creciente del diseño de la cubierta, tipográficas, como el uso de la fuente Simoncini Garamond, o del pack, como las propuestas libro más camiseta de blackiebox. Lo más interesante es que en teoría estos cambios son una propuesta a la llegada del libro electrónico y esto es lo que a mí me deja pasmado... o no.
El libro se convierte en objeto bonito, en algo decorativo, en el regalo ideal; como las velas, porque la industria, obsesionada con la piratería, parece ya incapaz de aportar otro tipo de novedades.
Espero que nadie me malinterprete; he trabajado en una editorial diez años, he vendido libros en ocho Ferias del Libro de Madrid y a pesar de tener un eReader, un smartphone, un portátil y un netbook sigo comprando libros en papel. Me gustan. Pero me parece que difícilmente este tipo de soluciones van a salvar al libro, lo van poco a poco llevando hacia el cementerio de elefantes de la tienda de regalos.
Storm Thorgerson, el diseñador gráfico de algunas de las mejores portadas de discos de la historia, comentaba, después de todo el trabajo y tiempo que supuso hacer la foto, la decepción que tuvo al ver la portada de Houses of the Holy en un CD, mucho más pequeña que la doble cubierta del vinilo original. No sé si se deprimió todavía más cuando vio la portada en un iPod... En el mundo del libro no acaban de aprender la lección de la industria musical.
Sólo por contrastar el artículo de El País, vuelvo a recordar lo que editoriales inteligentes están haciendo con los clásicos, algo de lo que ya hablé hace días en este blog. El ejemplo que mencioné entonces fue Moby Dick, que como comenté, para la versión en kindle han añadido bastante material extra. Yo leí la excelente edición en tapas duras de la editorial debate con ilustraciones de Rockwell Kent, pero entiendo que la versión anotada de Oxford University Press no es menos interesante. ¿Por qué las editoriales no se lanzan a hacer este tipo de ediciones ampliadas en formato electrónico en vez de tomar el camino del libro decorativo? Ni idea, aunque supongo que es mucho más sencillo y barato poner a trabajar un departamento de marketing y publicidad que uno editorial.
Simoncini Garamond |
El libro se convierte en objeto bonito, en algo decorativo, en el regalo ideal; como las velas, porque la industria, obsesionada con la piratería, parece ya incapaz de aportar otro tipo de novedades.
Espero que nadie me malinterprete; he trabajado en una editorial diez años, he vendido libros en ocho Ferias del Libro de Madrid y a pesar de tener un eReader, un smartphone, un portátil y un netbook sigo comprando libros en papel. Me gustan. Pero me parece que difícilmente este tipo de soluciones van a salvar al libro, lo van poco a poco llevando hacia el cementerio de elefantes de la tienda de regalos.
Storm Thorgerson, el diseñador gráfico de algunas de las mejores portadas de discos de la historia, comentaba, después de todo el trabajo y tiempo que supuso hacer la foto, la decepción que tuvo al ver la portada de Houses of the Holy en un CD, mucho más pequeña que la doble cubierta del vinilo original. No sé si se deprimió todavía más cuando vio la portada en un iPod... En el mundo del libro no acaban de aprender la lección de la industria musical.
The Chase - Rockwell Kent |
Totalmente de acuerdo con tu post: es lamentable que las editoriales (algunas) apuesten por convertir el libro en un objeto bonito (con portadas de colorines, libros que huelen, etc.), de decoración, en vez de potenciar el contenido. Si esa es su respuesta al reto del libro electrónico, están muertos.
ResponderEliminar